lunes, 14 de marzo de 2016

Sesenta y uno

Harim marcó el número, tenía la esperanza de escuchar la voz de su hermano o por lo menos la de alguna enfermera que le avisara que sí, que estaba todo en orden. Mientras imaginaba los diferentes escenarios la bocina seguía dando tonos de espera. Al finalizar la llamada, al escuchar el timbre que indica que nadie contestará del otro lado, salió de su casa con dirección al aeropuerto. En el taxi entendió que no podría pagar el boleto con la tarjeta de crédito y le dio nuevas indicaciones al chofer. Un bar que no cerraba hasta entrada la madrugada le dio la bienvenida con el sonido de un par de disparos y las sirenas de las patrullas que ya sabían que aquello era un campo de batalla.

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