viernes, 5 de mayo de 2017

Sesenta y cuatro

Soñé que conducía una camioneta pickup a baja velocidad, que sin razón, tal vez un semáforo en rojo, no lo recuerdo, detuve. Volteé a ver al frente, había un centro comercial, muy parecido a uno que ya no existe en Morelia. Al levantar la mirada vi un avión que volaba muy bajo, era grande y rápidamente descendía hasta que se estrelló en el suelo y dio vueltas. No moví la camioneta a pesar que venía en mi dirección, quedó muy cerca y desperté. 

sábado, 24 de diciembre de 2016

Sesenta y tres


A las personas las vamos descifrando como si fueran personajes de historias ficticias, cambian cuando las escuchamos decir algo, cuando las vemos saludar a alguien, cuando visten algo que no habíamos imaginado. También nos van cifrando, dándonos elementos para ser más complejos, nos obligan a dividir algunas piezas de nuestro rompecabezas que llamamos vida. El trayecto no es otra cosa que una acumulación de sensaciones e información que no siempre comprendemos en el momento adecuado.

viernes, 25 de marzo de 2016

Sesenta y dos

Rafael pensó que Raquel lo seguía desde el fondo de la cueva, sentía el peso en la cuerda, casi la arrastraba; pero no, era sólo la mochila, el cuerpo estaría allá abajo. No había mayor solución, no duraría mucho tiempo viva allá abajo, a lo mejor ya estaba muerta. La única solución que encontró fue arrastrar rocas enormes para escuchar cómo caían, a ver cuál la encontraba.

lunes, 14 de marzo de 2016

Sesenta y uno

Harim marcó el número, tenía la esperanza de escuchar la voz de su hermano o por lo menos la de alguna enfermera que le avisara que sí, que estaba todo en orden. Mientras imaginaba los diferentes escenarios la bocina seguía dando tonos de espera. Al finalizar la llamada, al escuchar el timbre que indica que nadie contestará del otro lado, salió de su casa con dirección al aeropuerto. En el taxi entendió que no podría pagar el boleto con la tarjeta de crédito y le dio nuevas indicaciones al chofer. Un bar que no cerraba hasta entrada la madrugada le dio la bienvenida con el sonido de un par de disparos y las sirenas de las patrullas que ya sabían que aquello era un campo de batalla.

martes, 23 de febrero de 2016

Sesenta

Cada persona es un nuevo universo contenido, un jarrón a revisar si nos es permitido. Da cada quien las claves para ser leído o descifrado. De vez en cuando tenemos la oportunidad de estar rodeados y a libertad observar. No es sencillo explorar el universo, siempre tenemos miedo a navegar en el propio o a que alguien más lo haga. Podemos colocar agujeros negros para delimitar lo infinito.

sábado, 20 de febrero de 2016

Cincuenta y nueve

Escribir es un privilegio y hacerlo para que alguien más lo lea es doble. Hay un ideal en querer cambiar un poco la vida del lector, aunque lejano, anónimo. Cambiar las vidas como se ha transformado ya la propia.

viernes, 14 de agosto de 2015

Cincuenta y ocho

Ana me dijo que tenía mucho calor, fue fácil decirlo, hemos llegado entonces. Yo ya estaba muerto, no era fácil determinar en donde empezaba el infierno, o donde acababa. Se puede entrar con facilidad, claro, pero no salir.

Cincuenta y siete

El poder en cualquier forma debería de tener caducidad; o terriblemente tener un punto bajo o alto en que se acabe. Sería mejor, aunque seguro se violaría la norma pronto.

jueves, 30 de julio de 2015

Cincuenta y siete

Los aeropuertos deberían tener otro nombre, tal vez "salida de emergencia". Al entrar los relojes de cualquier dispositivo estarían inactivos. De nada sirve el tiempo en esos lugares, la espera siempre se alarga hasta el hartazgo, el vuelo igual. Se unen a otras salidas del mundo, puentes invisibles, portales metafísicos. Las personas se ignoran unos a otros porque nadie quiere saber que lo están viendo. Hablan otros con voz de mando, hablan de sus negocios, de los pendientes que hay y no importa que hora sea. Por cada vuelo es requisito tener entre los pasajeros a un pendejo, a un gordo, a una insolente, a todos. Ya no se permiten las salidas a aviones ocupados únicamente por científicos ni por ninguna clase.

martes, 7 de julio de 2015

Cincuenta y seis

Esperaba a que llegara cualquiera, sabía quiénes podían ser y recordaba los que habían avisado que no irían. La novela descansaba sobre su regazo, no quería leer, había dejado de hacerlo un par de semanas antes, pero quería que le preguntaran sobre ellos. Les daba una opción si no querían hablar sobre el muerto. Antes de abandonar a la protagonista alcanzó a marcar algunos fragmentos que le parecían destacables o que le habían dado un verdadero golpe. Ese hit que espera uno al final, no cuando apenas han pasado dos round se una pelea de doce.

Cincuenta y cinco

El profesor gritaba, presionaba, duplicaba la tarea, pero sabía quiénes eran sus alumnos en verdad, sin haberse metido en procesos de inmersión. A distancia le era fácil descubrir el lugar que ocupaban en el salón. Así se describía en tercera persona Oscar. Mentía un poco, usaba algunos atajos para no explicar que no era la clase de pendeja que era Claudia. Esa maestra que veía en sus alumnos a los amigos que no tenía y en su marido al padre del que se alejó por miedo.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Cincuenta y cuatro

Entendió su derrota porque le cayó de un solo golpe. Su marido se había suicidado quién sabe en qué lugar y ella estaba sola en casa, sin ganas de noticias de él. Las señales estaban presentes desde meses antes, incluso descubría que había algunas que tendrían años. No las había querido ver así, eran sospechas de mujer celosa, de quién acostumbra dudar de todo porque los dichos así lo dictan: piensa mal y acertarás; más vale pájaro en mano que ciento volando. Pero esa noche, al haber enfrentado la realidad, por lo menos al intentarlo la cosa se había puesto color de hormiga. Tenía las pruebas, todos los mensajes, las fotografías de las mujeres (de algunas sólo alguna parte de su cuerpo). La vida se ponía peor, cuando lo quería muerto él lo había hecho por ella, pero le quedaban todas ellas.

martes, 5 de febrero de 2013

Cincuenta y tres

La novela es un chisme de cinco horas en cualquier café (o la exposición de motivos por los que cualquier persona debe amar o despreciar a alguien, a alguien que no existe "en realidad").
*
Salen de la oscuridad los personajes y pronto se van desvistiendo.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Cincuenta y dos


Una de las cláusulas menos conocida de los contratos editoriales es: Si alguna persona le pregunta al autor ¿cómo le hiciste para publicar ahí? o ¿me puedes recomendar? la respuesta del autor debe ser siempre: A mí me buscaron, yo ni conozco nadie ahí, fue por correo electrónico y ya lo borré, no te puedo ayudar, ni recomendar. Y la cláusula siguiente es sobre la confidencialidad de la cláusula anterior.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cincuenta y uno


En su afamado taller, Daniela Márquez, enojada, explicó que el único motivo por el que, Trinidad Méndez, una joven novelista, había sido seleccionada en una importante editorial española para publicar su segunda novela, además como si fuera un acontecimiento en la literatura mexicana era que “esa”, la Trini, se la había chupado Patricio Sergius. Lo que era cierto. Aunque más cierto era que Daniela se moría por chupárselo también, aunque no la publicaran. Los rumores decían que Sergius era gay y que se estaba muriendo, por lo que la historia parecía falsa. Por si todo pintara para anécdota de actriz de televisa, la novela que se había publicado, que en el título anunciaba lo contrario, era una novela sobre putitos, como lo decía la misma Márquez.  

martes, 12 de junio de 2012

Cincuenta

Antes de ser poeta MBC fue periodista. Él mismo lo dijo en alguno de sus talleres de periodismo extremo con los que recorrió el país: los periodistas se hacen en los periódicos, a chingadazos y mentadas de madre, abusando de uno mismo. Pero después de ese proceso el periodista se acuerda que gana un poco más del mínimo y que necesita más. MBC casado y esperando un hijo le rascaba a los pasados y presentes incómodos de algunos diputados, les hacía llegar "la nota" que enviaría unas horas después a varios medios de comunicación. Recibía la llamada del diputado desesperado, lagrimeando a moco tendido, pactaban una cantidad y era la esposa la que entraba como visitante conocida al congreso a recibir el cheque.

martes, 5 de junio de 2012

Cuarenta y nueve

M.B.C. les dijo que lo podían llevar preso, pero que se llevaba consigo el libro, que era un arma que los policías no sabían usar, que todo con lo que los atacaría sería con la palabra y vaya que se habían encontrado con un maestro. Mientras le ponían las esposas se mofaron de él en tres tiempos: primero le dijeron que era maravilloso que tuviera barba y bigote y cabello largo, que entrando se lo cortarían para ver si no se le caía lo intelectual, segundo hacían fintas para golpearlo con el libro como si fuera macana (le decían que los ignorantes sabían darle uso o cualquier cosa inútil) y tercero, iban a ese cliché: Tú que eres poeta y en el aire las compones...

domingo, 3 de junio de 2012

Cuarenta y ocho

Detuvieron al poeta M.B.C., junto a dos de sus colaboradores, jefes de plaza, en una misión encubierta, una falsa deliberación de un nuevo premio nacional. Al momento de la detención habían logrado deshacerse de la mitad de los originales. Entre las páginas de uno de los libros, una antología en la que aparecen la mayoría de los que conforman la red, se encontró una relación de posibles seudónimos sospechosos. Antes de llegar el boletín de prensa aparecieron en internet manifiestos poéticos e incluso cartas al presidente para liberar a tan reconocidos poetas, incluso, que les habían robado un reloj y lo esperaban de regreso. Al solicitar a la notaría entregara las plicas aseguró el notario que habían desaparecido.

jueves, 31 de mayo de 2012

Cuarenta y siete

Giran orden de aprehensión al poeta M.B.C. por los delitos de fraude y nepotismo, además de una nueva figura de crimen organizado y crímenes contra la cultura. Lo anterior por la supuesta manipulación de ocho premios nacionales de literatura, apoyos de carácter nacional y estatal. además de otros crímenes menores como quema de originales, desaparición de plicas y compra de jurados. Están involucrados otros siete poetas, jefes de plaza, de los que no se han dado nombres y se espera la desintegración de varias células al interior de la república.


(de un periódico que no existe)

lunes, 21 de mayo de 2012

Cuarenta y seis

Tenía unas ganas tremendas de conseguirse unos tantos noviecitos, de visitarlos de vez en cuando y no darles mayores esperanza explicándoles que tenía un esposo. No tenía sentido y ella lo sabía. Tenía a uno, al podría usar para dar con todas las mujeres de su difunto. Tenía ganas de matarlas, o de enviarles invitaciones a cada una para el funeral falso, pero sabía que era ridículo, estaban regadas en las ciudades que visitaba su esposo. Dos días después llegaría ese ex novio enamorado de ella todavía para ver que podía hacer.

Cuarenta y cinco

La mujer le escribió a ese ex novio, a ese hombre de ciudad lejana que tenía. Ella no estaba enamorada de él, pero él de ella sí. Ella lo sabía, pero esa relación a ella no le causaba conflicto, le parecía casi inocente. Para la mujer que había visto a su esposo suicidarse por sesión de chat ese lejano puerto seguro no lo era, aunque sabía que algo había de mal en ello que su esposo, por lo menos por ella, nunca se enteró más después de la última discusión sobre el asunto. Mejor el silencio, el bajo perfil: ojos que no ven...

lunes, 19 de marzo de 2012

Cuarenta y cuatro

Apagado el celular, muerto su esposo y con una lista de mujeres que deseaba matar, que quería fuera del mapa. Lo quería vivo, para saberlo sufriendo a su lado. No sabía que su esposo viaja por el mundo con propósitos más allá de su trabajo. No sabía que su esposo fuera tan infeliz con ella, que viviera tan oprimido, aunque tal vez no era nada de eso, tal vez si era feliz, pero de otra forma, de alguna forma que ella no podía ver, ni quería tener cerca.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Cuarenta y tres

Manejaba rápido. En un alto, frente a sus ojos, dos carros chocaron de frente. Pasaron minutos y nadie bajó de los carros. Esperaba que algo pasara, que alguien los auxiliara. Hasta que alguien golpeo su cristal se dió cuenta que todos le pitaban, que debía avanzar. Dos cuadras adelante se orilló. Se olvidó porque manejaba rápido. Se sentía muy triste y no quería llegar a casa, apagar el celular e ir para siempre.

jueves, 19 de enero de 2012

Cuarenta y dos

Él estaba hasta la chingada de ella. De sus lloriqueos, de sus pendejadas. A pesar de eso no había forma en que pudiera justificar su red de infidelidades. Estaba igual con todo, con aquello que le representaba y con todo aquello que no le importaba. Era como si el mundo el entero le dijera que no tenía nada qué hacer. Mejor matarse.

miércoles, 4 de enero de 2012

Cuarenta y uno

Ella creía que su esposo era un débil. Hace recuentos de las veces que se lo dijo y también de las veces que lo creyó, de las veces que estaba segura que era un pendejo, bueno para nada, todo después de años de casados. Y él tan encerrado, sin decir nada, ni siquiera se pasaba por la computadora para otra cosa que no fuera trabajar. Salía de la ciudad y del país cada mes, sin descanso, el bueno para nada, eso creía ella. Investigaciones caseras hasta arruinarse el caso con un suicidio visto en vivo.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Cuarenta

Rodolfo desenfundó la pistola. Ernesto apretó junto a su pecho el cuchillo. Ambos estaban hartos y querían muerto a Daniel, el que se había suicidado unos días antes sin que lo supieran. Mirna y Deborah soñaban que soñaban, despiertas y con los ojos abiertos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Treinta y nueve

Ella que odiaba tanto la computadora. No la creía necesitar en lo absoluto. Daba algunas clases, vivía cada uno de los días recriminando al mundo no poder tener hijos, y secretamente a su marido por negarse a adoptar una niña. No informó a la policía del suicidio ni reportó a su esposo como desaparecido. Le avisó a su madre que hacía unos días no se reportaba Joaquín y así le dejó a la madre la responsabilidad de indicarle cuándo debía de ir a la policía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Treinta y ocho

Había descubierto el engaño después de dar la contraseña, las noches despierta habían valido la pena. Sabía de cierto como se escribía él con otras dos mujeres. Tenía las fotografías guardadas como archivos ocultos. Le había enviado una muestra a su marido para que parara en su engaño, pero sólo cambió su contraseña de todas sus sesiones.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Treinta y siete

Con los ojos desorbitados caminó hasta el baño. Sin darse cuenta atravesó el pasillo, tiró un par de cuadros al buscar el equilibrio chocando contra las paredes. En el baño se recargó sobre el mueble del lavamanos. Todavía no se podía recuperar. Haciendo esfuerzos terribles se desnudó mientras se sostenía con una sola mano. Se mojó un poco la cara, humedeció su pecho y los pezones se levantaron. Cuidadosamente se vio en el espejo y no se reconoció. No sabía cómo se había quedado sola, como hacía unos momentos se reía frente a la computadora en el momento que su marido, quién sabe donde, con la cámara web encendida, se había metido un balazo en la cabeza.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Treinta y seis

La noche del día lunes en mi casa todo pasaba como siempre: mi madre en su cuarto frente a la televisión, mi hermano igual, mi padre en la sala de tele y yo en mi cuarto. Escuché que mi padre roncaba de una forma anormal, dejó caer el control de televisión y recorrió el sillón. Pasaron unos segundos y mi hermano me gritó. Corrí hacía ellos. El cuerpo de mi padre temblaba, estaba rígido. Sus ojos veían el techo, su boca estaba cerrada a toda fuerza. Mi madre corrió hacía nosotros. Mi hermano fue a llamar a una ambulancia. Puse a mi padre en el suelo con ayuda de mi madre. Comencé a presionar en repetidas ocasiones el pecho de mi padre. Aflojamos cinturón. Nos dijeron que pusiéramos de lado a mi padre, así lo hice. Sentí como soltaba líquidos y no deje de presionar el pecho y sostener la cabeza del cuerpo de mi padre diciéndole que reaccionara una vez tras otra. Percibía algunas reacciones del cuerpo de mi padre y así se lo hacía saber a mi madre que estaba a mi lado desesperad. Mi hermano bajó a abrir puerta esperando la ambulancia. Llegaron los paramédicos sólo para decir que no tenía signos vitales. 

ACH (1946-2011) QEPD